Dulce criollo típico de la gastronomía venezolana

Majarete o Manjar de coco

El manjar de coco venezolano es un dulce muy criollo, algo parecido a un flan pero con bastante más consistencia y densidad. Se prepara a base de harina de maíz, leche de coco y papelón (panela) o azúcar. Es un dulce que además comparte similitudes con otros postres tradicionales de la zona del caribe y que está impregnado en la memoria más emocional de quienes han crecido con su sabor, textura y aromas tan particulares. Diría mi papá “esos eran los dulces de mi época cuando las chucherías no eran lo que son ahora”. 

El majarete es uno de esos postres que preparan las abuelas con la paciencia y el amor que las caracteriza y que solo ellas tienen para, con voluntad y brío, partir el coco, sacarlo limpecito, hacer leche de él exprimiendo fuertemente la pulpa triturada en un trapo de cocina impecable, y mezclar al fuego durante un buen rato y con un buen brazo hasta conseguir un atol espeso que nada dice en su aspecto inicial que pueda terminar en tan delicioso y lindo resultado.

Vista de mi majarete al lado de mi chinchorro y a los pies del Ávila

Nunca había tenido oportunidad ni curiosidad de preparar este dulce tan rico y típico de mi añorada Venezuela, sin embargo llevaba ya varias semanas rondando en mi cabeza la idea de prepararlo. La primera vez que lo preparé no quedó exactamente como debía porque no utilicé harina de maíz precocida pero tiene mucho de lo que necesita para un pequeño viaje a Venezuela a través de los sentidos y, siempre que esto pasa, recuerdo por qué me aficioné a cocinar y sonrío al tiempo que me seco las lágrimas de emoción.

Miro atrás, analizo el camino y entonces me doy cuenta de esta reflexión que tanto me cuesta verbalizar pero de la que hace tiempo soy consciente: según van pasando los años en este exilio cada vez busco acercarme más y más a mis raíces, a mis orígenes. Hay algo en mí que teme ferozmente olvidar, hay algo en mí que se niega a haberlo perdido “todo” porque, aunque esta última afirmación no sea del todo cierta, el corazón a veces quema como si así fuera.

Que lindo es saber mirar dentro de la maleta de mano y ver que no todo está perdido, que tus palabras y expresiones viven contigo, que tu lenguaje no verbal es más criollo que la ropa de invierno que llevas puesta, que tus costumbres permanecen casi intactas, que cierras los ojos y las imágenes mentales de tu cabeza están llenas de tu ciudad y de su luz, de las sonrisas de tus amigos y familia que ahora están regados por todo el mundo, de los aromas de tu infancia, de los recuerdos bonitos.

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